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EDICIÓN
OCTUBRE 2006 |
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Mujer
Madre |
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Cada hombre, cada mujer,
siempre podrá reconocer o describir
cómo es o cómo ha sido su madre,
estando en la más absoluta oscuridad,
sin ver o aun padeciendo alguna minusvalía
física o psíquica. Ese ser tan
especial e inconfundible al cual recurrimos
en los momentos más difíciles
de nuestra vida sabiendo de antemano que en
ella encontraremos, la caricia tranquilizadora,
el paño que enjugará nuestras
lágrimas, las palabras precisas que
contendrán nuestros miedos y angustias.
Sean sus manos jóvenes y suaves o marcadamente
venosas y ásperas, sea su vos clara
y delicadamente audible o sonoramente susurrante
y más lenta, nunca las confundiremos,
siempre sabremos que son de nuestra madre. |
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Esa mujer tan especial, tan inconfundible, fue
creada por la sabiduría de Dios para que
la especie "humana" perdure sobre la tierra.
Le prodigó de todo lo necesario, desde la
inocente célula potencialmente fuerte denominada
óvulo, que asoma solitariamente con periodicidad
y espontaneidad por lo general regular, luego de
cumplir procesos de maduración dentro de
una especie de cápsula protectora llamada
folículo, hasta de una estructuración
orgánica propia, característica y
adecuada para la finalidad multifuncional de la
procreación. La dotó de una conformación
psicológica que le permitirá su adaptación
en las distintas etapas de su evolución,
que desde el comienzo de su embarazo se manifestará
por una madurez optimizada, donde la edad cronológica
no tendrá influencia. La que antes del parto
comenzará a reflejarse en sus movimientos
orientados a proteger su estado y que luego del
mismo harán su eclosión, trasformando
las molestias de su gestación y el dolor
de la parición, en un cóctel de alegría
con lágrimas, risas y orgullo. Que más
tarde, durante el puerperio mientras alimenta al
ser que creó, con leche de su propio cuerpo
y hace de sus caricias una forma por demás
expresiva de su amor, cambiando con su mirada bondadosa
todas sus actitudes posesivas en un manto protector
tan impactante, que la reciente criatura humana
recordará por el resto de su vida. |
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Estas condiciones, son las que distinguen de alguna
manera favorable a la mujer madre, del que también
es responsable del mantenimiento de la especie,
es decir el padre, sin desmerecer la función
humana que éste tiene destinada. |
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Pero Dios facultó a la mayoría de
las especies animales que existen en la tierra,
con características similares a la del hombre,
para que no desaparezcan las mismas. Es frecuente
y emotivo observar como tanto animales temibles
y grandes o pequeños y mansos, cuidan con
ternura y defienden a sus crías de cualquier
amenaza. |
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No hay nada nuevo que no se haya dicho o escrito
sobre la madre. Desde que existen constancias antes
de la era cristiana y con más razón
después de ella, el hombre repitió
su nombre con veneración una y otra vez y
lo seguirá haciendo hasta el fin del mundo
si es que este alguna vez llegara a producirse.
Como tampoco existe madre que no haya cumplido su
misión de cuidar, proteger y amar a su hijo.
Las excepciones que las hubieron y las hay, descartando
las alteraciones del equilibrio neurovegetativo
puerperal y otras causas biopatológicas,
son nada más que procesos degenerativos que
se convierten en noticias por su misma naturaleza,
dentro de una sociedad normalmente constituida. |
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Por el contrario, hay mujeres que son ejemplares
madres sin haber tenido en su vientre los latidos
de un hijo. |
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No obstante estos conceptos, el hombre en su permanente
desafío a los misterios de la vida o a todo
lo desconocido, haciendo uso o abuso (según
como se lo considere) de su inteligencia y poder
racional, no escatimó esfuerzos ni tiempo
en descorrer cuanto velo fuera necesario, para ver
y saber que hay detrás de los mismos. Despreció
en esta tarea, la mayor parte de las veces, lo eventual
y lo contingente, lo simple y lo fácil. |
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Así fue que luego de desmenuzar la fisiología
de los mecanismos de la gestación, incursionó
partiendo desde las observaciones primarias, hasta
llegar a revelar con rigor científico, que
la trama gestacional natural, mantenida en la oscuridad
del conocimiento durante siglos, podía materializarse
fuera de los órganos maternos. |
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Pasó a discutir entonces no la fertilización
natural con todas sus características biológicas
(influjos y alteraciones endocrinas, humorales y
metabólicas), sino la fertilización
in vitro. Aquel óvulo periódico y
solitario, dejó lugar a una célula
similar pero elegida, cultivada y enriquecida, descartando
a otras por su inmadurez, ovocitos acelerados evolutivamente
por distintas hormonas afines, HCG o FSLA pura.
Eligiendo al mismo tiempo, espermatozoides no necesariamente
provenientes de una relación sexual, liberados
posteriormente de su plasma seminal y distinguidos
de los demás por su movilidad y rapidez. |
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Como el óvulo pasarán a un medio
de cultivo, para luego a ambos inseminarlos, fuera
de su lugar natural. El pegamiento o adherencia
de los zoides a la capa pelúcida será
un hecho posterior, como también la fractura
de esta última y la penetración de
uno de aquellos dentro del protoplasma ovocitario,
produciendo la singamia o sea el huevo o cigoto
y la unión de los 46 cromosomas. El secreto
citogenético inicial no natural se había
logrado. |
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Pero siempre será una mujer donde se implantará
ese huevo y en la que se desarrollará la
gestación. |
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Este asombroso, maravilloso y casi mágico
proceso, escuetamente descripto con la intención
de destacar el papel trascendente de la mujer madre,
incluido intencionalmente, nos hace reflexionar
en dos cosas: a) en que la diferencia entre una
mujer y un hombre, no fue una casualidad o un hallazgo
circunstancial en el momento de la creación,
que hoy homofóbicamente se trata de confundir
lo natural con lo que no lo es (bi-homosexualismo)
y b) que el poder creativo de quien lo hizo es tan
grande, que el hombre podrá llegar a la Luna
o a Marte, podrá descubrir la o las vacunas
imprescindibles para prevenir las enfermedades actuales
y las que vendrán, podrá jugar peligrosamente
con los protones, neutrones y electrones, etc.etc,
pero que cuando aquel, respetuosamente hablando,
observe que el objeto principal de su creación
esté transgrediendo límites determinados,
cada tanto le llamará la atención
mediante un tsunami, un ciclón destructivo
o una epidemia de causa desconocida, entre otras
formas. |
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Ese mismo creador hizo física y aparentemente
más débil a la mujer a pesar de darle
una misión no tan sencilla como se ha expuesto,
pero se encargó de hacerla espiritualmente
mucho más fuerte, comprensiva, tolerante
y humilde. |
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Lo demuestra el hecho de que una mujer madre desconoce
si su futuro hijo será una persona buena
o mala, alta o baja, obesa o delgada, brillante
o vulgar, solo sabe que es su hijo y lo amará
hasta el final de sus días. Tanto es así
que la historia reconoce nombres de ilustres y distinguidos
hombres que cambiaron al mundo y poco o nada de
quienes los trajeron al mismo, por ejemplo y en
su homenaje citaremos algunas de las muchas que
existieron, ignorándose si por ser tales,
alteraron sus personalidades, solo suponemos un
orgullo lógico de haberlos concebido:
Clara Laffont (Houssay), Máxima Vapriarsky
(Milstein), Hortensia Aguirre Herrera (Leloir),
Leonor Acevedo (Borges), Gregoria Matorras (San
Martin), Paula Albarracín (Sarmiento), Susana
Fontanarossa (Colón), María de la
Concepción Palacios (Bolívar), Bronislawa
Boguska (M. Curie), Giulia Galileo (Galileo), Jennie
Jerome (W.Churchill), Elizabeth Lammberhirt (J.
Bach), Viola Louise (N. Armstrong), etc.etc... Sólo
agregaremos los nombres de la madre de una gran
madre, la de los pobres, Dranafile Bojaxhiu (María
Teresa de Calcuta) y el de la madre de todas las
madres para los cristianos, la Virgen María. |
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¿Me preguntas que es la madre?
"La mirada de todas las estrellas, la caricia
de todas las brisas y el beso de todos los labios.
Todo guardado por Dios en un corazón de mujer.
Eso es la Madre". Monseñor Antonio Barbieri. |
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Dr. Carlos Vázquez
de Novoa |
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