EDICIÓN MARZO 2007  
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Incertidumbre
La amplia filiación o las numerosas familias de vocablos que posee nuestra lengua ¿nos favorece a todos?
 
El idioma español es un conjunto ordenado de palabras, de los más importantes que existen en el mundo. La variedad de vocablos que contiene permite expresar ideas o mantener conversaciones sin necesidad de repetir los términos. Es la lengua de cuna española, de ahí su origen y nombre, la que es hablada en varios países de occidente y en la actualidad es el segundo idioma en los Estados Unidos de América del Norte. Basado en la cantidad de palabras que posee y en su diversidad, muchas de ellas pueden agruparse, formando familias afines, pero no totalmente exclusivas, a ciencias, profesiones, actividades, etc. Por ejemplo vinculadas a la ciencia de investigación podemos citar, novedad, resultado, exactitud, positivo, negativo, avances, ensayo, técnica, modo, muestra y verificación, entre muchas otras.
 

A la ciencia médica: dudoso, pronóstico, intensivo, leve, contuso, indicado, probable, enfermero/a, médico, medicación, asistencia, curación, grave, delicado, prevención, compatible, casos, etc. Lo mismo a la actividad política y social: clave, señalan, indican, tendencia, posible, sentido, descontado, señales, sindicato, gremial, asamblea, voto, elección, ajuste, planeamiento, alternativa, posibilidad, diferendo, expectativa, vigencia, diálogo, estado, privado, seguridad, plan, declaración, conflicto, disposición, propuesta, versión, acuerdo, balance, riesgo, ética, etc.

La ciencia jurídica o justicia, la sociedad, la religión y la educación, también presentan infinidades de términos afines que podemos ubicarlos en grupos o familias de palabras.

Y podríamos continuar citando palabras afines a todas las actividades del ser humano. Las mencionadas fueron agregándose al presente artículo en forma espontánea y las Ciencias y/o actividades de la misma forma, pero se cuentan por miles las primeras y por cientos estas últimas.

La intención es exponer, a modo de ejemplo, como una palabra nos vincula a otra y juntas o por separado, automáticamente nos introducen en una fenomenología conductora y de asociación muy veloz, que ingresa en la compleja estructura de la función cerebral y con la misma velocidad centro neuronal nos dará la respuesta, la cual facilitará la interpretación del mensaje o idea.

Pero no es solamente la intención de volcar palabras más o palabras menos de nuestro extenso diccionario, sino demostrar que el significado de algunas se asocia o son marcadores inequívocos de determinadas acciones, en cuyo ejercicio, traducen transparencia, o por el contrario, dubitación intencional, para no encasillar a estas dejando librado el camino para una confirmación o corrección posterior.

Por ejemplo si decimos alumno, escuela o grado no tiene otra interpretación o filiación que no sea la vinculada al sistema o a la actividad educativa. En cambio, si nos referimos a una actitud relacionada con la justicia o la política, los términos no tienen la simbología precisa de las precedentemente citadas y son clásicas y funcionales al ejercicio de estos actos, tales como cautelar, tendencia, señales, alternativa, versión, diferendo.

Igualmente en la ciencia médica al decir dudoso, probable o compatible. Intencionalmente se está evitando una definición y de alguna manera eludiendo o salvando alguna responsabilidad del acto, aunque el tratamiento o técnica sea la indicada, en estas circunstancias aceptable por no ser la medicina una ciencia exacta.

Pero en algunos casos, no obstante que las palabras si existen están para su uso, se hace abuso deliberado de estas, como si fueran las únicas utilizables en el alfabeto.

Tal como ocurre en la política o en quienes tienen poder de decisión, creando una especie de bisagra de manera que según las circunstancias sirva para una u otra cosa, originando la expectativa del destino definitivo de un mensaje trascendente y resguardando casi siempre, la infalibilidad del responsable, produciendo incertidumbre a quienes va dirigida la información ( receptores de la idea) o el desconcierto para otros que llegan a tomar conocimiento de aquel, aunque ambas palabras no sean sinónimos.

Demás está aclarar, que las palabras no tienen pertenencia, carecen de encasillamientos estáticos o permanentes y que según su utilización y la ocasión, sus significados pueden tener mayor o menor importancia.

No es lo mismo que la exprese un funcionario o un militar o un directivo de alto rango, que un subalterno o una persona de nivel inferior, salvo que se refieran a conceptos relacionados con la moral, ética, respeto del individuo, en la que la escala valorativa no hace diferencias.

A la rigurosidad formal de un término dicho en un discurso gubernamental, no hace falta acotarle su gran capacidad de penetración masiva.
Es común leer o escuchar: "Apuran la aprobación de una ley en el Congreso" hay una indicación de apuro, pero no define fechas o "Habrá una mejora sustancial": señala la posibilidad de una mejora pero no la cuantifica.
"Papeleras, se esperan señales de Botnia", pueden darse o no, expectativa.
"La triple A, el embrión que alumbró el terrorismo de Estado" un cuerpo recién nacido, no se sabe de qué origen, que ilumina una actitud antisocial.
"El presidente apretó el acelerador de los cambios", si se aprieta el acelerador no se pueden "meter" los cambios.

Las muestras son para escribir un libro de varios tomos y las hay de cualquier tema. No hace falta decir que entendemos lo que se intenta comunicar, pero no condice con la amplitud del idioma.

¿Esta amplia filiación o las numerosas familias de vocablos que posee nuestra lengua, nos favorece a todos? ¿O por el contrario a unos pocos que juegan con las indefiniciones de determinados grupos de palabras? ¿O a una gran mayoría no ilustrada, que al ignorar significados, aprueba a ciegas al responsable que las expresa?

La etimología adquiere un papel determinante en una sociedad relativamente culta, a punto tal que elimina la neutralidad del uso irracional del idioma, pero no anula a las mayorías que desconocen el origen de las palabras y que, por dicha razón se las utiliza para beneficios muchas veces personales.

La inconmensurabilidad de nuestro idioma se desvirtúa si en la práctica resulta una verdad lo ya expuesto.
Alguien dijo: "Siempre es una palabra la que nos da la idea de tiempo, pero carece de precisión".

 
Dr. Carlos Vázquez de Novoa
 
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