El Reglamento Sanitario Internacional revisado
(RSI) entró en vigencia el pasado 15 de junio.
Consta de un conjunto integral y verificado de reglas
y procedimientos que contribuirán a que el
mundo esté más protegido de las amenazas
sanitarias mundiales. Fue adoptado por la Asamblea
Mundial de la Salud en 2005 y representa un gran
paso hacia la seguridad sanitaria internacional.
El Reglamento establece un marco acordado de compromisos
y responsabilidades para que los Estados y la OMS
procuren limitar la propagación internacional
de epidemias y otras emergencias de salud pública
con un mínimo de perturbaciones para los
viajeros, el comercio y la economía. En virtud
del RSI revisado, los Estados deberán notificar
todo evento que pudiera dar lugar a una emergencia
de salud pública de importancia internacional,
incluidos los causados por agentes químicos,
material radiactivo o alimentos contaminados.
A principios del siglo XXI, con las presiones demográficas,
económicas y ambientales existentes, la combinación
extraordinaria de factores permite que enfermedades
infecciosas nuevas y reemergentes se propaguen como
nunca lo habían hecho antes. La experiencia
de los últimos decenios indica que ningún
país puede protegerse por sí solo
de enfermedades y otras amenazas de salud pública.
Todos los países son vulnerables a la propagación
de agentes patógenos y sus repercusiones
políticas, económicas y sociales.
La aparición del SRAS en 2003 ha puesto de
relieve, más que cualquier brote anterior
de morbilidad, el grado de interconexión
del mundo y la rapidez con la cual puede propagarse
una nueva enfermedad. Esta vulnerabilidad común
también ha generado la necesidad de defensas
colectivas y de una responsabilidad compartida para
que dichas defensas sean eficaces. Éste es
el principio fundamental del Reglamento Sanitario
Internacional.
"El SRAS fue una señal de alarma para
todos. Se propagó más rápido
de lo que habíamos predicho y se contuvo
sólo gracias a una cooperación intensa
entre los países, que impidió el arraigo
de esta nueva enfermedad", dijo la Dra. Margaret
Chan, Directora General de la Organización
Mundial de la Salud. "Hoy, la máxima
amenaza para la salud pública internacional
sería una pandemia de gripe. Aunque esa amenaza
no haya retrocedido, la aplicación del RSI
ayudará al mundo a prepararse mejor ante
la posibilidad de una pandemia".
El Reglamento se basa en la experiencia reciente
de la OMS y sus asociados en materia de respuesta
a brotes de enfermedades y contención de
éstos. Esa experiencia indica que lo más
eficaz para reducir las posibilidades de propagación
internacional es abordar las amenazas de salud pública
en su origen. El Reglamento ayudará a que
los brotes y otras emergencias de salud pública
de importancia internacional se detecten y se investiguen
con más prontitud y que se adopten medidas
internacionales colectivas de apoyo a los Estados
afectados, para contener la emergencia, salvar vidas
y prevenir la propagación.
La OMS ya ha desarrollado y establecido un sistema
mejorado de gestión de eventos a fin de controlar
las emergencias de salud pública potenciales.
Además, ha establecido en su Sede de Ginebra
y sus Oficinas Regionales alrededor del mundo centros
de operaciones estratégicos disponibles las
24 horas para controlar emergencias. La OMS también
ha colaborado con sus asociados para fortalecer
la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes
Epidémicos (GOARN), que congrega a expertos
de todo el mundo para responder a los brotes de
morbilidad.
"La aplicación del RSI es una responsabilidad
colectiva y depende de la capacidad de todos los
países para cumplir los nuevos requisitos",
dijo el Dr. David Heymann, Subdirector General de
la OMS para Enfermedades Transmisibles. "La
OMS ayudará a los países a fortalecer
su capacidad necesaria para aplicar plenamente el
Reglamento. Ésta es nuestra responsabilidad,
y esperamos que toda la comunidad internacional
esté comprometida con la misma meta de mejorar
la protección de la salud pública
internacional". |