EDICIÓN JULIO 2007  
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No es lo que vemos (2da parte)
 
En la primera parte del artículo nos hemos referido a las características del agua potable, a la calidad de la misma, a su contaminación, sus funciones y a la importancia que tiene en la vida del ser humano e incluso en la de los animales, ciertamente con algunas diferencias, y en la de los vegetales.

En una página de un tabloide todo lo que pueda exponerse respecto a este líquido siempre resultará insuficiente. En esta segunda parte trataremos de señalar otros aspectos sobre el tema en cuestión.
 
Con ironía, en el párrafo de cabecera dije "ciertamente con algunas diferencias de los animales", porque así lo asumo al tener en cuenta que pertenecemos al mismo reino "animal" y que por un destino incomprensible es el hombre el que destruye los equilibrios del mundo en que vivimos, es el que contamina todo cuanto toca y está a su alcance, casi sin piedad de sí mismo y mucho menos de las generaciones que vendrán a reemplazar a las actuales.

Sirva para refrendar el concepto el hecho que hoy, en Medio Oriente Asia Occidental y Central, y Centro y Este de África (las zonas más afectados) hay 1000 millones de seres humanos que carecen de este elemento vital y otros 1000 millones más que lo poseen, pero con escasez.

Por ello, en las conclusiones de la primera parte, se dijo que es un problema que incumbe a nuestra conciencia, que es una obligación del ser humano cuidar el medio ambiente, garantizando en forma permanente no sólo la protección de la salud sino también la preservación de los recursos naturales.

Basta recordar que de aquel 3% del total de agua dulce que existe en la tierra, sólo el 0.008% se halla en lagos, ríos y circula por napas de fácil acceso. La parte restante está bajo forma de hielos o son subterráneas y de difícil acceso.

El hecho que el agua se acaba está dejando de ser una novedad para convertirse en un serio problema de necesidad. Sabemos que las aguas pluviales no se reparten equitativamente, toda vez que se concentran en zonas templadas y en los trópicos húmedos, que existen regiones donde las precipitaciones aseguran una provisión de agua más que suficiente y otras que reciben hasta 1000 veces menos de este elemento.

En China, por ejemplo, no obstante las inundaciones actuales, alrededor de 50 ciudades enfrentan la escasez de agua, en la India decenas de villorrios también, en Méjico se extrae más agua subterránea que la que se reemplaza, produciendo hundimientos de grandes extensiones de tierras, el mar Aral ha descendido dos tercios de su nivel, etc.

También sabemos que el agua es un recurso inagotable, como lo demuestra su ciclo. Teóricamente en el planeta no va a existir más agua de la que existe, como tampoco habrá menos. Toda el agua se recicla pero hay gran parte del agua dulce que, además del aumento de su consumo, termina su recorrido en los grandes mares cuyas aguas son saladas. Luego, es el agua dulce la que puede agotarse.

La tierra, como filtro inocuo, está alejándose de cumplir su función de percolar, está dejando de retener lo nocivo y de aportar minerales y sales para constituir el agua entera y de calidad por estar contaminada, tanto superficialmente como en sus capas profundas, nada menos por quien vive de ella, el hombre.

Quienes tenemos la suerte, por así llamarla, de estar próximos a las grandes cuencas hidrográficas poseemos una clara ventaja, comparativamente hablando, respecto a otras regiones del planeta, porque además de disponer de este preciado líquido en cantidades más que suficientes existe la posibilidad producir más energía, factor fundamental para el desarrollo humano y crecimiento de las economías.

Según la FAO, América del Sur es una región privilegiada al contar con una oferta de agua dulce de las más importantes del planeta, lo que significa una disponibilidad segura y sin riesgos para cada persona.

Dos de las cinco mayores cuencas hidrográficas superficiales del mundo se ecuentran en América del Sur, las de los ríos Amazonas y Paraná-La Plata, además de numerosas cuencas a lo largo de la Cordillera de los Andes que, si bien no son tan voluminosas individualmente, constituyen un formidable aporte hídrico que sustenta las necesidades de los millones de habitantes que pueblan la región del sur americano.

Sin embargo, no obstante tener importantes cuencas de agua y no sufrir las severísimas restricciones de otras regiones del mundo, una considerable parte de la población sudamericana no tiene acceso a fuentes de aguas potabilizadas o mejoradas ni a servicios de saneamiento, tal es el caso de Bolivia, Ecuador y Perú y sectores de Brasil, Argentina, Venezuela, Colombia y norte de Chile.

En estas áreas afectadas de América del Sur hay que destacar la falta de protección y de políticas sociales de los gobiernos respectivos, que han impedido y aun impiden el acceso de vastos sectores de población a una educación básica sobre higiene general, especialmente alimentaria, a la disponibilidad de aportes o recursos económicos suficientes y a una casi nula infraestructura en obras públicas, que ha originado desigualdades sociales manifiestas. Los países pobres y las poblaciones pobres de los países ricos están condenados a una exclusión social, la mayor parte de las veces por incapacidad de sus gobernantes o por actitudes de éstos que suelen valorar más los réditos políticos que mirar las dificultades de los sectores carenciados, ubicados por lo general en las periferia o lejos de los centros urbanizados.

Valga citar que 77 millones de personas no disponen de agua potable, de los cuales 51 millones están radicados en áreas rurales y 26 millones en áreas urbanas. Alrededor de 100 millones de estos habitantes carecen de saneamiento y al año 2000 se calculó que aproximadamente unos 250 millones de pobladores utilizaban letrinas y fosas sépticas. Si a ello le agregamos el incesante incremento demográfico como consecuencia de la radicación de industrias y explotaciones mineras, fundamentalmente en las laderas cordilleranas y ciudades vecinas a éstas, y la falta de tratamientos de residuos industriales y cloacales provenientes de viviendas (menos del 14% tienen tratamiento y el resto se elimina directamente en las corrientes de ríos, lagos y acuíferos subterráneos), el cuadro medio ambiental local es realmente peligroso, con el agravante que los acuíferos subterráneos y superficiales se desplazan hacia el este por declinación del suelo y son el aporte de agua a las zonas más densamente pobladas del sur de América.

Pero la degradación ambiental, de continuar profundizándose como resultado de la deforestación a mansalva, la contaminación con pesticidas y fertilizantes, el calentamiento global por la emisión de gases tóxicos industriales, etc., como ya se ha expuesto, terminará afectando no sólo a los países pobres sino también a los ricos con respecto a la obtención de agua potable.

El periodista Hinde Pomeraniec cita en un artículo referido al agua, que cada 24 segundos nacen 100 chicos en todo el mundo y se sabe que 20 de ellos no tendrán posibilidad de acceder al agua potable.
También menciona que en el año 2025 la demanda de agua limpia excederá en un 56% la disponibilidad de la misma, como consecuencia del aumento de los factores que actualmente la afectan y la progresión demográfica, que se calcula para ese entonces en 2600 millones más de personas sobre la tierra.

Por algún motivo se denomina "Oro Azul" a este valor irremplazable de nuestro mundo, que ha desatado una verdadera competencia entre gigantes comerciales, como la francesa "Vivendly Suez, la alemana RWE, Thames Water del Reino Unido y la Works de Estados Unidos. Ellos han salido a privatizar desaforadamente las cuencas de agua del planeta, avizorando un importante negocio en el futuro inmediato que significa la posesión de las reservas de agua que existen.

En América del Sur estamos parados sobre un inmenso río o lago de agua dulce que representa el 20% de las reservas de agua del mundo. El mismo existe desde hace 132 millones de años, nació cuando África y América estaban unidas. Es el acuífero Guaraní, tercera reserva mundial de agua dulce, cuyo volumen es suficiente para abastecer en los próximos dos siglos a la actual población del planeta, calculada en 6000 millones de habitantes, a razón de 100 litros/día por persona (Miguel Auge, geólogo e investigador del Conicet).

Según la periodista Valeria Parente, de la revista Rumbos, nuestro Premio Novel Pérez Ezquivel eligió la metáfora del Rey Midas para advertir sobre la actitud del hombre frente al problema del agua al decir, "No sea cosa que cuando unos pocos estén rodeados de oro, se acuerden que para calmar la sed hace falta agua".
 

Dr. Carlos Vázquez de Novoa

 
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