No hay duda alguna que los argentinos tenemos
una gran capacidad para sobrevivir a las más
variadas y extremas circunstancias a que nos someten
nuestros políticos y funcionarios, tal como
si hubiéramos hecho un curso de supervivencia
ciudadana. Es decir que todos tenemos algo de Rambo,
quizás por aprendizaje o por acostumbramiento,
lo que nos permite salir incólumes de situaciones
que espantarían a habitantes de otros países.
Gobiernos ora de izquierda, ora de derecha, ora
de centro (centro izquierda, centro derecha), gobiernos
militares o civiles autoritarios, indolentes, incapaces,
políticas económicas y sociales cambiantes
o en las antípodas, inseguridad jurídica,
lenidad de la justicia, impunidad de una delincuencia
cada vez más agresiva y violenta, son algunas
de las circunstancias que nos llevan a afirmar los
conceptos del inicio de este artículo.
Si algo pone en desventaja a nuestro país,
en relación incluso con nuestros vecinos,
es la falta de políticas de estado que perduren
en el tiempo y sobrevivan a los gobiernos de turno.
La salud no sólo por tratarse del tema que
más conocemos sino el más sensible
y junto con la seguridad y educación pilares
de la república y la democracia, es la que
mayores pruebas da de esta afirmación.
La salud pública salvo muy honrosas excepciones,
sin posibilidad de hacer frente a la creciente demanda,
con infraestructura y aparatología obsoletas
carencia de insumos y, el impensado hasta hace pocos
años déficit de profesionales que
implica quedar guardias al descubierto o incluso
cerrar unidades periféricas de atención
durante la noche.
Las Obras Sociales con notorias diferencias unas
a otras. Algunas dan un aceptable servicio, otras
directamente no existen o incluso como estamos viendo
actualmente en los medios, incurriendo en prácticas
rayanas en lo delictivo, y todas con un denominador
común, pagan miseria a los profesionales,
excepción hecha del IOMA.
La medicina privada, (hoy representada por prepagos,
sanatorios y clínicas privadas) con un muy
notorio deterioro generado por una sucesión
de circunstancias que la ponen al filo de la navaja,
como ser: la disminución del ingreso real
por cápita al imponérsele cada vez
más obligaciones por el mismo costo, el envejecimiento
de la población, el control de precios del
estado, que aleja las cuotas de la realidad del
gasto, los aumentos de sueldo no correlacionados
con el aumento de los ingresos, y la creciente judicialización
del sistema entre otras causas.
Debemos sin embrago diferenciar claramente la Medicina
Prepaga Comercial, que abona a los profesionales
magros honorarios, de los sistemas de atención
de las entidades médico gremiales que no
sólo abonan los mejores honorarios, sino
que respetan al profesional como la base fundamental
del sistema.
Una vez más creemos imprescindible la aplicación
de políticas de estado que prevengan a la
salud de las ineptitudes o caprichos de los gobiernos
de turno.
Un estricto control de los recursos de las Obras
Sociales y su correcta utilización.
Un marco regulatorio equitativo, justo y viable
en el que se tenga en cuenta las características
especiales de los Sistemas Solidarios de Salud.
Por último un incondicional apoyo al Hospital
Público, pilar de la atención médica
del país y aun hoy orgullo de los Argentinos. |