EDICIÓN MARZO 2010  
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Los costos de la medicina
 

Es problemática mundial reconocida los costos crecientes que implica la atención de la salud, y que ha ido en ascenso progresivo e interrumpido, a pesar de que se atravesaran períodos de recesión general.
Viene a nuestro recuerdo el relato de quienes muchos años atrás viajaban a Estados Unidos y se asombraban por el descarte de materiales que entre nosotros se hubieran reciclado varias veces.
Si bien no tiene aún comparación con el nuestro, es obvio que también en ese país las cosas están cambiando, y el duro camino que debe recorrer el Presidente Obama para obtener la aprobación de su reforma al Sistema de Salud es una importante muestra de lo que afirmamos.
Hoy han quedado atrás antiguas discusiones respecto a que se debe privilegiar cuando los recursos escasean, pues no hay sanitarista bien formado que no opine que es la Atención Primaria de Salud lo que merece el mayor apoyo.
El conflicto se genera, a todos los niveles: Salud Pública, Obras Sociales y Prepagos cuando el avance incontenible de la ciencia y la investigación pone a disposición de los pacientes recursos tecnológicos y farmacológicos que para nada son acompañados por un aumento paralelo de los medios de financiación.
Y el problema que se plantea es no solo económico sino también de orden ético y moral.
Hasta que punto puedo yo negar a un paciente una determinada prestación, si en eso quizás esté la diferencia entre la vida y la muerte. Hasta que punto puedo yo dilapidar recursos en un método de diagnóstico o tratamiento si se que para proveerlo deberé destinar dinero que a través de la Atención Primaria de Salud salvarían a ciento de pacientes.
Este dilema ético y moral se transforma frecuentemente en legal mediante recursos de amparo o juicios que obligan a los responsables a aceptar a veces incongruencias jurídicas tales como obligar al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a enviar a un paciente a transplante renal al exterior, cuando ya se hacían en innumerables centros en la Argentina.

Medicamentos, métodos de diagnósticos y prótesis terminarán con los recursos de la Salud a menos que se busquen mecanismos para su uso racional, estableciendo prioridades y por sobre todo equidad.
Y la solución de este grave conflicto no puede estar en otras manos que en las del Estado, que por razones diversas mira de costado mientras la atención de la Salud marcha inexorablemente al desastre.
Y no es que no haya solución, no hay interés ni voluntad política para hacerlo.
Tómenos por caso los medicamentos;
Por un artículo aparecido en Clarín el 6 de enero de 2010, escrito por Federico Tobar, quien actualmente se desempeña como Consultor Internacional en Políticas de Salud, pero, que ocupara diversos cargos públicos, tomamos conocimiento que Argentina
Gasta por año $1.500 millones en medicamentos de alto costo. Este gasto crece en forma sostenida en todo el mundo, pero mucho más en nuestro país porque aquí se pagan precios muy superiores a los internacionales y no hay competencia, pues hay un solo fabricante y se venden únicamente en droguerías y no en farmacias.
Además se usan en enfermedades crónicas degenerativas cada vez más frecuentes.
Se denominan enfermedades catastróficas las que empobrecen a los pacientes.
En Argentina un 3,2 % de los medicamentos cuestan más que el Salario Mínimo Vital y Móvil y representan el 10 % del gasto total.

Su propuesta
a) Implantar un Seguro Universal que garantice atención por igual frente a enfermedades catastróficas incluyendo provisión gratuita de medicamentos
b) El Estado sería el único comprador y podría mediante licitaciones internacionales pagarlos 80 % menos.
c) Los tratamientos deberían hacerse, según protocolos a los que Médicos e Instituciones deberían ajustarse.
d) Debería ser Universal, para quienes tengan cobertura de Obra Social o no y extraerse sus prestaciones del P.M.O.
e) Haciéndolo a nivel Nacional se obtendrían recursos que harían que el riesgo fuera el adecuado.
Como vemos inteligencia, conocimiento e imaginación pueden lograr soluciones en dificultades que parezcan insalvables.

La pregunta del millón es:
¿Cómo canalizar estas inquietudes políticamente y cómo sortear los inmensos intereses que se verían afectados?

 

Dr. Edmundo Filippo.
Presidente Asociación de Médicos de Gral.
San Martín y Tres de Febrero.

 

 

 
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