EDICIÓN AGOSTO 2017
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Opinión
No vacunar a la población es un riesgo sanitario
 
Resulta muy lamentable que en 2017, en la Argentina se ponga en duda la utilidad de las vacunas y se instaure el falso debate “vacuna si, vacuna no” cuando durante décadas las utilizamos y nos beneficiamos de sus atributos. Desde niños fuimos vacunados contra la viruela, que era un flagelo y hoy desapareció. Siendo ya adolescente y estudiante de Medicina, en 1957, pude observar con mis propios ojos cómo los argentinos sufrimos la epidemia de poliomielitis que dejó decenas de chicos muertos y otros centenares con secuelas para toda la vida. Tuvimos que ver niños postrados, paralizados y en pulmotor. Toda esa tragedia terminó con la aparición de la vacuna Salk y luego la más conocida Sabín. Desde el punto de vista personal consideré estas vacunas como una bendición científica, sobre todo sabiendo todo lo que se sufrió. Los médicos sanitaristas consideramos que las diferentes vacunas tienen el mismo rango de efectividad que la potabilización del agua, en cuanto a la protección del hombre frente las posibles enfermedades.
 
Hoy podemos afirmar que gracias a la aplicación de las diferentes vacunas, han desaparecido en nuestro país enfermedades que en otras épocas devastaban poblaciones enteras. Hoy no hay viruela, la poliomelitis se extinguió, no se registran casos de sarampión, desapareció la difteria y no hay pacientes con tos convulsa. La Argentina fue pionera en la indicación de la vacuna contra la hepatitis A y B. Hoy se vacuna contra el virus del papiloma humano, contra la meningitis, contra la neumonía, y por supuesto con la vacuna BCG en los recién nacidos contra tuberculosis.
El Estado es el responsable de la salud de la población y como tal establece el programa de vacunación obligatorio que permanentemente se actualiza porque la “no vacunación” no sólo pone en peligro a la persona que no se vacuna, sino que es propagador de las enfermedades al resto de la población. La salud debe ser una política de Estado conocida por la sociedad, aplicada y controlada por el Estado y ejecutada por las autoridades sanitarias nacionales, provinciales y municipales.
Ahora bien, hoy se tiene conocimiento de un proyecto de ley denominado “Consentimiento informado en materia de vacunación”. Allí se establece que, según la información que se les transmita a la persona a vacunar o a un familiar directo del paciente, la posibilidad de aceptar o no éste acto médico sanitario.
Asimismo, este proyecto indica “la obligación de que los centros públicos o privados de salud donde se suministren vacunas de cualquier tipo, deben exhibir un cuadro informativo sobre las contraindicaciones de las vacunas”. Sobre este último punto en particular, produce gran estupor e indignación profesional que se obligue a exhibir las contraindicaciones y no lo beneficios que aportan las vacunas.
Por otra parte, a partir de esta iniciativa legislativa, cualquier persona puede decidir no sólo la “no vacunación” de una persona sino la posibilidad cierta de que esa persona contraiga la enfermedad y además sea un dispersor de la misma al resto de la sociedad. Se sabe que este proyecto recibió por parte de las asociaciones médicas, científicas y académicas tal grado de rechazo que llama mucho la atención que el autor de tal iniciativa no haya realizado disculpas públicas.
Por todo esto, como médico sanitarista mi mensaje es claro: señores diputados dedíquense a proteger la salud de la población y en aquellos temas que no conocen por favor soliciten asesoramiento profesional y, en última instancia, no cometan errores que pueden costarle la vida a la población argentina.
 
Mario H. Africano
Médico sanitarista
MP. N° 19972
 
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