Febrero 2009
Una nueva era
 

No es costumbre de esta página editorial tratar temas que excedan el ámbito de los problemas de la salud de nuestro país y de los médicos que trabajamos en él.

Los temas políticos, económicos o sociales los pensamos y encaramos en tanto influyan sobre nuestra tarea específica para ayudar a solucionarlos desde nuestro modesto ámbito.

Pero la asunción como Presidente de los Estados Unidos de Barack Obama, hombre de color hijo de un hombre negro de Kenya y una mujer blanca norteamericana ha provocado en todo el mundo una sensación de comienzo de una nueva época para alimentar la esperanza de un mundo mejor.

Pocas veces una ceremonia oficial y un líder político han suscitado una ola tan grande de voluntades en el mundo deseándole los mejores éxitos y una mayor suerte en la titánica tarea que le espera.

La llegada al poder presidencial en Estados Unidos de un hombre de color era una cosa impensable y utópica hace sólo cincuenta años, donde todavía existía una discriminación racial y social, contra la que muchos visionarios e idealistas como Martín L. King lucharon y dieron sus vidas.

La tarea que tiene por delante es ímproba. El mundo se halla sumergido en una colosal crisis económica a la que no escapa nuestro país.

La pobreza y la marginación social de millones de personas siguen creciendo.

Hay guerras en distintas partes del mundo por razones que al hombre común le cuesta comprender.
El hambre y la falta de salud son crónicas en muchos lugares de la tierra.

El inmenso poder que a partir de ahora tiene el nuevo presidente de la nación más importante del mundo actual debe ser usado en forma rápida para ir solucionando todos estos problemas y la inmensa mayoría de la gente en el mundo lo acompañará por el camino de la paz y de la solidaridad.

 
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