La celebración del Bicentenario
de la Revolución de Mayo, como todo
aniversario, es un momento propicio para
el balance, los interrogantes a largo plazo
y la proyección al futuro.
En este caso también el acontecimiento,
que se identifica con la fundación
del país, reverbera sobre el año
1910, el del Centenario, identificado desde
siempre con el apogeo de nuestra existencia
como Nación.
En las reminiscencias que dominan estos
días, conviven varias actitudes.
La vocación por comprender lo que
nos pasa a partir de lo que sucedió y
además hacer una interpretación
del pasado para proyectar el futuro.
Ortega y Gasset decía que “somos
lo que fuimos y lo que nos pasó”.
La historicidad, es decir, la conciencia
de la propia temporalidad, es nuestra esencia.
El vínculo entre el pasado y el
presente es problemático y dicho
pasado alberga muchas claves para nuestro
presente como Nación.
La visión tal vez utópica
para su tiempo de los próceres de
Mayo que soñaban una nación
libre, abierta al mundo, con igualdad y
equidad para todos debe seguir siendo uno
de los pilares de pensamiento de las generaciones
actuales.
El pasado nos enseña y las actitudes
que tomemos de aquí en adelante
para hacer reales aquellas utopías,
dependen únicamente de nosotros.
Evitemos el fácil maniqueísmo
al que nos quieren someter para interpretar
acciones y actitudes del pasado y para
proyectar soluciones a futuro, utilizando
todo lo bueno que hay en las distintas
posiciones ideológicas.
No podemos evaluar a quienes actuarían
en el pasado como si hubieran estado en
posesión de la información
con que contamos ahora. Hoy sabemos mucho
más sobre el tiempo y las circunstancias
que le tocaron vivir a Saavedra o al mismo
San Martín, que ellos mismos en
el momento que protagonizaron algunos acontecimientos.
Y no se puede evaluar la Conquista del
Desierto y la expansión exportadora
de fines del siglo diecinueve con los criterios
morales o políticos del siglo veintiuno.
La celebración del Bicentenario
nos tiene que poner en la situación
de volver a refundar la Nación con
la mirada altruista, honesta, valerosa
de aquellos hombres que querían
la libertad para su patria. Pero ahora
con una visión de equidad, justicia
e inclusión social, educación
universal y desde el punto de vista de
la salud, igualitaria y de alta calidad
para todos, en un ambiente de democracia
y de consenso respetuoso para las ideas
de todos.
La Historia nos enseña. Aprendamos
de ella.
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