Un informe realizado conjuntamente por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indica que la Argentina invirtió mas dinero de su presupuesto en salud que otros
países de la región pero no se ha alcanzado a dotar de equidad al sistema.
La cobertura de salud en el país está fragmentada con enormes brechas entre las provincias y con la ciudad de Buenos Aires, lo cual genera una marcada inequidad fundamentalmente en el acceso a ella.
El informe pone de ejemplo el que una persona que sólo puede recurrir al hospital público tenga muchas más desventajas que las que acceden a obras sociales y prepagos.
Los intentos de reforma que pretendieron llevar al sector de salud mayores niveles de articulación y coordinación fueron con resultados insatisfactorios en términos de accesibilidad y solidaridad.
El sistema de salud argentino es reconocido por ciudadanos de otros países especialmente limítrofes que vienen aquí en busca de mejor atención que en sus países de origen. Así como habitantes
de otras provincias que también llegan al conurbano bonaerense o la ciudad de Buenos Aires.
Esta demanda afecta a los 33 hospitales de la ciudad, en la cual más de 50% de los pacientes atendidos provienen de otras provincias o del exterior, llegando al 70% en el Garrahan.
El Ministerio de Salud de la Nación debería tener mediante acuerdos con las provincias la posibilidad de potenciar los recursos disponibles a través de incentivos en el financiamiento y mejorando la coordinación y regulación de las prestaciones y los planes con vistas a lograr la necesaria igualdad, equidad y solidaridad para todos los habitantes.
Desde que la salud quedó descentralizada quedando las provincias a cargo de su prestación esa fragmentación territorial conspiró para unificar políticas.
Por eso es que si bien la expectativa de vida ha crecido significativamente en los últimos años en la Argentina, todavía, según la OPS, prevalecen riesgos sanitarios como el dengue y el hantavirus, ambos por deterioro del ambiente o el síndrome urémico hemolítico y la triquinosis, ocasionados
por malos controles alimentarios, todos propios de países en desarrollo.
Solo con recursos económicos no alcanza. Hay que saber como y donde emplearlos, repartiendo las responsabilidades a nivel Nación, provincia y municipios de modo de garantizar el contralor de las partidas presupuestarias y la equidad de su distribución.
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