Un sistema de salud que funcione es imprescindible en la vida de una sociedad moderna. El sistema de salud atraviesa la vida de una persona desde su nacimiento hasta el final de su existencia, y en los momentos más importantes de esa vida, el médico, el hospital, la ambulancia, deben estar siempre ahí, ayudando a nacer, tratando de paliar el dolor y de salvar vidas. La política sanitaria pública en nuestro país debe tener como objetivo garantizar el derecho de todo habitante a una atención digna, equitativa e igualitaria y que esté dirigida a todas las personas, pues el 85 por ciento de los pacientes que se atienden en el sistema no cuentan con obra social ni ninguna otra cobertura y constituyen el sector más desprotegido.

Nuestra posición fue y es la defensa sin concesiones de la salud pública, porque al hacerlo defendemos la igualdad y solidaridad del sistema.

Todo esto está enmarcado en una afirmación que manifestaba el primer Ministro de Salud de la historia argentina, cuando decía que “los problemas de la Medicina no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada al mismo tiempo por una política social.”

Por ello, en estos momentos de la vida del país en el que algunos indicadores económicos no son halagüeños y comienza una importante puja distributiva, debemos remarcar que las autoridades tienen que tratar de solucionar prioritariamente los problemas sociales como la pobreza y la marginalidad que acentúan las malas condiciones sanitarias especialmente en las personas más vulnerables como los niños y los ancianos. Toda reclamación salarial es justa, así como es justo mejorar las condiciones de trabajo haciéndolas dignas y seguras. Pero no perdamos de vista que ello se debe lograr sin perjudicar la calidad y la buena atención de los pacientes. La salud es un derecho fundamental en la vida de todos y tenemos la certeza que ante cualquier eventualidad el hospital público siempre está y estará ahí cuando sea necesario, con profesionales dedicados con amor y pasión al servicio de sus semejantes.