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Jornada Nacional de Violencia Sanitaria Externa
El pasado 5 de junio se realizó la I Jornada Nacional de Violencia Sanitaria Externa en la sede de la Confederación Médica de la República Argentina (COMRA).
 
 
La importancia y el incremento de la cantidad de hechos de violencia física y verbal, por parte de pacientes y familiares hacia los profesionales de la salud en ocasión del ejercicio de su profesión, es una problemática hoy instalada tanto a nivel nacional como internacional. Este fenómeno es multicausal: factores individuales del autor, factores predisponentes de la víctima, contexto laboral, factores organizativos, culturales, económicos y tecnológicos. Las agresiones (físicas o verbales) generan consecuencias no sólo sobre el individuo particular, sino también sobre el equipo de trabajo, el resto de los pacientes y la organización. Es decir, existen consecuencias a nivel global en términos de coste, eficiencia y efectividad de los sistemas de salud. Por tales consideraciones es fundamental abordar dicha problemática aunando los esfuerzos comunes, generando políticas y líneas de acción comunes. Entre los desencadenantes de la violencia surgen como más frecuentes: demora o tiempo de espera en la atención la paciente o familiar, estado mental o emocional del agresor alterado por uso de sustancias, legales o ilegales, o incluso psicopatología presente e informar un resultado medico inesperado por el paciente o sus familiares.
El Dr. Jorge Iapichino, Secretario de Hacienda y Administración de la COMRA, realizó la apertura del encuentro y aseguró que el tratamiento a esta problemática se puede realizar mediante acciones individuales y acciones colectivas que tienen que ver con las entidades médico-gremiales, por ello, la COMRA está participando activamente en este tema en la Federación Internacional de Entidades Médicas. Desde la parte individual, manifestó que es muy importante denunciar los casos. “Este no es un problema que nos atañe a nosotros solos, sino que es un problema de todo occidente, que inclusive la incidencia es muy pareja tanto en los países desarrollados como subdesarrollados, alrededor del 50% de los trabajadores del equipo de salud y este porcentaje está muy por en- cima del resto de los profesionales. Entonces, la escala de valores no solo se modificó en nuestro país sino en el resto del mundo” resaltó y afirmó que es importante instalar el tema en la sociedad y que exista una condena social para crear conciencia a las generaciones futuras.
Luego, el Dr. Vadim Mischanchuk, abogado de la Asociación de Médicos Municipales, explicó que alrededor del año 2000 se empezaron a registrar hechos de violencia con una regularidad que antes no se presentaban. Expresó que “en esta situación crítica hay varias cosas que se pueden hacer como, por ejemplo, que haya un empleado administrativo recibiendo a la gente en la guardia y realizando un triage, mejorar las formas de comunicación de la información a los pacientes, la instalación de botones antipánico, cámaras de seguridad y personal de seguridad, entre otras” y continuo: “El problema de la violencia contra los médicos es un problema de la sociedad, porque cuando se ataca a un médico, se interrumpe el normal funcionamiento del servicio de salud tanto público como privado y eso es lo que hay que concientizar”. Expuso que “desde la Asociación de Médicos Municipales se puso un 0800 para que el médico pueda hacer la denuncia sin tener que ir a comisaría luego de ser agredido, realizamos un estudio de campo que nos brindó el dato de que la mayoría de los médicos si no habían sufrido una agresión, conocían a alguien que si la había sufrido y a partir de ello, nos dimos cuenta, que había que comenzar a denunciar ante la ART y considerar el episodio de violencia como un accidente de trabajo. También, observamos que modificando las formas de comunicación, la redistribución de los recursos humanos o la redistribución de los mobiliarios en los consultorios se podrían evitar algunos hechos de violencia”.
Además enumeró las causas de estos casos violencia externa: “la violencia social, la falta de personal administrativo, el exceso de demanda de trabajo, un inadecuado manejo de la información, las demoras en la lista de espera y la tendencia hacia la judicialización” y dijo que las consecuencias más importantes son el estrés y el burnout de los médicos. Además, el Dr. Mischanchuk desarrolló una serie de propuestas y las más destacas fueron: “realizar las denuncias de los hechos de violencia, la organización de protocolos de seguridad generales para todos los hospitales y protocolos individuales para cada hospital teniendo en cuenta sus características, la modificación del código penal y que las penas de quienes agredan, lesionen o amenazan a los médicos sean duplicadas, capacitaciones para los médicos en comunicación, informar al público de las demoras en las listas de espera”. Entre sus recomendaciones mencionó: “no examinar solo a un paciente conflictivo o con un familiar conflictivo, trabajar en conjunto con el equipo de psicopatología, no ingresar solo a la vivienda sino con el chofer, extremar los recaudos en la relación a la presencia de testigos del acto médico y documentar, mantener la calma, buscar terceros y resguardo, llamar a la línea de urgencias jurídicas, denunciar el hecho ante la ART y registrar el hecho en la historia clínica, el libro de guardias y en el libro de novedades”.
Por su parte, el Dr. Ignacio Maglio, representando a la Federación Médica del Chaco, presentó una forma diferente de observar esta problemática: “está muy bien que tengamos todos los procedimientos y dispositivos para prevenir y para saber cómo actuar luego de un ataque de violencia, pero también es importante reflexionar que hacemos nosotros frente a esto, como involuntariamente podemos provocar la violencia de los pacientes y familiares, que es una forma de ver distinta y complementaria de abordar esta problemática”. Aseguró que más del 50% de los médicos consultados vivieron un hecho de violencia y dijo que “hay que tener en cuenta que los fenómenos de violencia son multicausales donde nosotros también tenemos que ver, hay que analizar también como es la violencia des-de las instituciones hacia afuera”. Lo que resaltó como más preocupante es “la falta de conciencia que tenemos como trabajadores de la salud sobre nuestra propia vulnerabilidad, se puede observar que la tasa de depresión de los médicos es muy alta y lo más preocupante es que casi nadie tuvo conciencia de esa condición de vulnerabilidad porque muy pocos pidieron ayuda”.
En cuanto a los médicos jóvenes, afirmó que el programa de residencias aún hoy es un modelo que replica modelos de explotación laboral, de pauperización laboral, y esto afecta la seguridad del paciente y puede provocar situaciones de violencia. Señaló que el 25% de los médicos jóvenes sufren depresión, más de la mitad poseen burnout y esto está relacionado con estas situaciones de violencia. El Dr. Maglio expuso que una clave central para prevenir situaciones de violencia es la comunicación del error, la comunicación del daño y la posibilidad de repararlo. Y concluyó que las medidas tomadas hasta hoy son insuficientes, por ello, es necesario establecer un abordaje integrado, multidisciplinario y participativo para tratar de prevenir la violencia en salud y no solo realizar acciones correctivas.
 
 
Por Camila Balbín