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Encuentro de la OISS
Sistema de salud argentino: diagnóstico y tratamiento
Se llevó a cabo los días 27, 28 y 29 de marzo el Evento Internacional sobre Sostenibilidad Financiera del Sistema de Salud Argentino; del Diagnóstico al Tratamiento, organizado por la OISS - Organización Internacional de la Seguridad Social.
 
 
Durante tres días se generó un espacio de debate con representantes de los más variados sectores de la salud y la seguridad social, con el objetivo de proponer nuevas respuestas a viejas problemáticas. Marcelo Martín, Director Regional del área Cono Sur de la OISS dio inicio a las Jornadas y destacó “el debate amplio y profundo y el nuevo diálogo que comenzó el año pasado” entre la entidad que dirige, la COSSPRA, PAMI y la Superintendencia de Servicios de Salud. Además subrayó el carácter técnico del organismo especializado en la seguridad social y señaló que “estos encuentros hacen a la matriz misma de la OISS”.
Por su parte, Mario Lugones, Presidente de la Fundación Sanatorio Güemes, coorganizadora del evento, resaltó la apuesta profesional del encuentro y se refirió a los medicamentos “como los responsables de agregar costos al sistema de salud pero sin agregarle valor” y los señaló como “uno de los temas candentes hoy” en la agenda sanitaria. Financiamiento y complejidades Benjamín Surace, secretario Científi co del Instituto de Investigación Sanitaria de la Seguridad Social; Carlos Vasallo, titular en Salud Pública de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNL y Martín Baccaro, presidente de la COSSPRA, participaron de la mesa “Sistema de Salud Argentino. Su fi nanciamiento y complejidades”, que fue moderada por Alfredo Stern. “Argentina tiene que empezar a afi lar el lápiz” arrancó Surace al referirse al gasto en salud, que representa el 7.10 del gasto público. “Hoy el 19 por ciento del gasto se lo llevan medicamentos de alto costo y amparos y la discapacidad otro 14 por ciento”, sostuvo.
Surace se refirió a las experiencias que están bajo análisis en la macrogestión como los precios de referencia internos, los acuerdos de riesgos compartidos, la telemedicina y la evaluación de tecnologías sanitaria además de las señales del mercado. En cuanto a las experiencias analiza-das en microgestión enumeró la atención primaria de la salud, las redes capitadas, las autorizaciones previas, los coseguros la accesibilidad controlada y los costos compartidos. “Nada de esto da buen resultado”, advirtió y dijo: “Definamos si queremos seguir con la hipocresía de que queremos dar todo. Porque en Salud no se puede”. Para concluir fue categórico: “Estamos brindan-do tecnologías que hoy no son accesibles a los argentinos. Y enfrentamos serias dificultades”. Vasallo, por su parte, hizo una radiografía del sector y señaló que “es muy difícil encontrar un sistema más desintegrado que el nuestro, con diferentes modalidades de atención y diferentes modalidades de pago”, lo que genera una enorme inequidad y describió como problemas del sistema la baja intensidad de la gobernanza, el estado de pobreza de la población que hoy llega al 31 por ciento con 14 millones de personas sin cobertura médica personal o laboral, la complejidad de la trama de financiadores y prestadores y la desigualdad por empleo y región.
En cuanto a la prestación de los servicios de salud, Vasallo advirtió la “ausencia de criterios de calidad únicos para todos los prestadores sean estatales, privados o de la seguridad social; incentivos inadecuados y una forma de gobierno del sector público centralizado y jerárquico”. Vasallo se refirió también al sistema de información sanitaria al que criticó por sus atrasos en la nominalización de la población y la demora en la puesta en marcha de la historia clínica única electrónica al tiempo que sostuvo que “no se produce información fiable y oportuna sobre los determinantes de la salud y el estado de salud de la población con mapas territoriales o un sistema de vigilancia epidemiológica”. También sostuvo que no hay información sobre sistemas de costos hospitalarios y gasto de bolsillo de la población y existe una reducida prioridad a financiar guías clínicas y protocolos. “La salud debe ser vista también como una inversión porque está comprobado que las poblaciones menos sanas tienen niveles educativos más bajos y sufren para aprovechar las mejoras en el campo de la salud que se dan en otras naciones”, concluyó Vasallo y agregó: “la salud como toda inversión debe someterse a los análisis de costos y consecuencias, para maximizar la ganancia de toda asignación de recursos y sabiendo que el cambio tecnológico es lo que más hace crecer el gasto”.
Finalmente, Martín Baccaro se refirió a la actualidad de las obras sociales provinciales y al gasto que representan los medicamentos “cuyo precio se fija también por la plata que tiene el comprador”. “El gasto anual de las obras sociales provinciales es de 160 mil millones de pesos”, explicó y reflexionó que con este volumen de gastos se preguntaron cómo podían intervenir en los precios de los medicamentos. “Somos nosotros mismos gran parte de los responsables”. Baccaro habló de la necesidad de llegar a un equilibrio en la relación entre los sistemas y los costos para lograr la rentabilidad del sistema de salud y bregó porque “en este año de campaña electoral se discuta la salud” como política de Estado. A fi n de año Martín Baccaro ya no estará más al frente de la COSSPRA pero sostuvo que “en este tiempo dimos los primeros pasos para que los que estén el año que viene tengan una mejor situación”. Para concluir, planteó un hipotético “qué deberíamos haber hecho al finalizar el 2019” como un ideal: “los aportes y contribuciones deberían ser similares en todas las provincias y para todos los trabajadores; deberían ser sobre el total de los sueldos; deberíamos tener una agencia de evaluación de tecnologías, deberíamos habernos integrado en las compras conjuntas, deberíamos definir coberturas similares y finalmente, deberíamos regular los precios de los medicamentos”. ¿Financiar qué? Ruben Torres, rector de la Universidad Isalud y Gabriel Lebersztein, director médico de Osecac se refirieron al “Conjunto de prestaciones en salud. ¿Qué bienes y servicios es necesario financiar?”.
“El PMO no sirve para nada”, arrancó Lebersztein quien sostuvo que “cuando apareció la discapacidad se dejó de cubrir por evidencia, no tiene límite de prestación y no tiene límite de evidencia científica”. Además subrayó: “la seguridad social y la medicina privada cubrimos todo lo que el Estado no cubre”. Lebersztein explicó que el PMO “hoy cuesta el promedio del ingreso de las obras sociales y debería ser el aseguramiento a la atención y el tratamiento de la mayor cantidad de personas”. Y resaltó que “la alta complejidad y los medicamentos de alto costo no pueden ni deben ser pagados por la seguridad social solidaria”. Por su parte, Rubén Torres dijo que el PMO “no debe mantener una situación estática y debe acomodarse” y advirtió que es necesario que mantenga una relación con lo que se produce y definir quiénes van a ser sus destinatarios”. Según Torres el PMO “lejos está de ser un plan básico de prestaciones” y su objetivo debería ser “mejorar la equidad en salud y no como hoy, que empodera a quienes acuden a la justicia”. En cuanto a la creación de una Agencia Nacional de Evaluación de Tecnologías, sostiene que “no resuelve los problemas sanitarios del país y no puede ser el eje de las políticas sanitarias de la Argentina”. Torres ahondó sobre la judicialización como herramienta de inequidad y se refirió a un “acuerdo social de escasez” como un camino para dejar la hipocresía.
“Todos buscamos excelencia, todos queremos lo mejor en atención y todos necesitamos que el sistema de salud sea sustentable. Para eso es necesaria la solidaridad social, terminar con el enfoque ofertista a la gente, un modelo que no construye derechos ni produce salud, sino que se limita a poner la oferta a disposición de la población
 
 
Por María José Ralli