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Entrevista Ignacio Maglio. Abogado y miembro del Consejo Directivo de la RedBioética de UNESCO
“Necesitamos un sistema de salud público robusto, solidario y equitativo”
El rol de la bioética y la necesidad de dar respuestas a la pandemia con otras herramientas además de la técnica, médica y científica. La “nueva normalidad”, la reivindicación de la salud pública y la reacción colectiva a la persecución penal de trabajadores de la salud.
 
 
Diplomado en Salud Pública, experto en bioética y presidente de numerosos Comités de Bioética de instituciones de salud como el hospital Francisco J. Muñiz y la Fundación Huésped, Ignacio Maglio sostiene que la epidemia que atraviesa el país se puede convertir en un una oportunidad para “relanzar la convicción de tener una salud pública robusta, de alcance universal, anclada en la solidaridad, la justicia y la equidad”.
Femecon Informa: ¿Qué importancia tiene la bioética en tiempos de pandemia?
I. Maglio:
La pandemia ha puesto de relieve la necesidad de contar con algunos saberes y servicios. Entre ellos, la bioética se asoma como una disciplina muy necesaria en el sentido que da herramientas para pensar, para discurrir críticamente sobre los dilemas morales que se plantean en estos contextos. Hasta ahora la bioética en el mundo en general y en la Argentina en particular, siempre tuvo una pretensión en un modelo academicista y teórico, en algunos casos con pocas aplicaciones prácticas, salvo la bioética asociada a la investigación clínica. Yo participo en muchos comités hospitalarios de ética clínica, pero siempre en ámbitos donde la mayor de las funciones son de naturaleza educativa y formativa. Las consultas de los dilemas clínicos no eran muchas, pero ahora de repente el Covid-19 puso de manifiesto el agotamiento de un modelo exclusivamente técnico, positivista y cientificista. Incluso las primeras declaraciones de las Naciones Unidas a través de la UNESCO y algunos comités, plantearon la necesidad de que la respuesta a la pandemia no fuese solamente técnica, médica y científica, sino que pudiera asociarse a una respuesta ética y social.
Femecon Informa: ¿Y ésto por qué razones?
I. Maglio:
Al exceder la respuesta médica se presentan dilemas muy crudos en cuanto a lo que significa el derecho a la salud, la tensión entre derechos individuales y derechos colectivos, intentar que la bioética pueda ayudar a justificar lo que llamamos “la ética de la cuarentena o la ética deconfinamiento”, donde algunos derechos individuales como la libertad ambulatoria se pueden restringir para favorecer un interés colectivo, para proteger la salud colectiva. Por otro lado yo creo que es muy importante la revitalización de la bioética con posibilidades de Uso, con mayúsculas. No desde una perspectiva utilitarista, sino para que sea realmente una herramienta para que los trabajadores, especialmente de la salud, que están en la primera línea de atención, puedan trabajar mejor. Los casos de Italia o España durante la primer crisis hizo que muchas decisiones se tuvieran que tomar en soledad, en un nivel de improvisación altísimo y con una especie de agobio y de peso moral al decidir a quién ayudar a respirar y a quién no. Eso es tremendo, y son decisiones donde la bioética puede ayudar para generar una respuesta racional.
Femecon Informa: ¿Pudo el sistema de salud argentino tomar decisiones sanitarias enmarcadas en la bioética en el marco de esta pandemia?
I. Maglio:
Sí, claramente. Las decisiones globales en cuanto a la cuarentena, el confinamiento, la proyección -quizás en forma tardía- de cuidados especiales de las poblaciones vulneradas, tienen un fundamento de bioética en salud colectiva. Después hubo algunas respuestas de grupos de bioética. Nosotros elaboramos unas guías de asignación de recursos escasos en contexto de atención de pacientes críticos. En las dos primeras semanas ya teníamos terminado un documento que ofrecimos a todas las instituciones sanitarias con las que trabajamos, donde desde esa perspectiva con criterio de justicia, brindamos herramientas prácticas para ayudar a pensar y dar consejos útiles en dos situaciones críticas. Por un lado en el ingreso a terapia intensiva o a la unidad de cuidados intensivos, y por otro, herramientas y criterios de uso de selección para la prioridad en acceso a respiradores mecánicos.
Femecon Informa: Una forma de dar soporte y respaldo para que los profesionales no se sientan solos a la hora de tomar decisiones críticas...
I. Maglio:
Sí, y en ese sentido, hay un tema que es la continencia institucional. Cuando además de todo lo que significa estar solos, lo que supone el nivel de estrés y encima tener que tomar decisiones críticas, es de un peso extremadamente excesivo para que lo tengan que tomar solamente los trabajadores. Aquí es donde la bioética toma protagonismo. Hay que reconocer que la epidemia puso en evidencia además de la importancia de contar con comités y asesores de bioética, la necesidad de contar con un sistema de salud pública robusto anclado en la solidaridad y en la equidad. En aquellos lugares donde la respuesta fue trágica fue justamente por la insuficiencia de los estados en su apuesta a la salud pública. Solamente en Italia en los últimos tres años se perdieron más de 35 mil puestos en salud. Esa fragilidad tiene que ver con la tragedia.
Femecon Informa: ¿Cree que esta pandemia es una oportunidad para repensar el rol de la salud pública?
I. Maglio:
Desde ya. Hoy se dice “volver a la normalidad”. Bueno, yo no quiero volver a esa normalidad, donde hay un estado ausente, donde la salud pública y los trabajadores de la salud están totalmente precarizados. Hoy entre un 12 y un 15 por ciento de los infectados son trabajadores de la salud, es un grupo totalmente vulnerado. A mi me gusta cuando a las nueve de la noche salimos todos a aplaudir, pero no hay que dejar de decir que es un reconocimiento tardío y de alguna forma injusto también.
Femecon Informa: Hablando de injusticias. En el interior del país hay médicos que están siendo víctimas de persecuciones judiciales. ¿Cuál es su opinión?
I. Maglio:
Es tan indigno y tan ingrato. Hubo en forma inmediata una respuesta de entidades científicas y asociaciones médicas del país donde se postuló “Ni héroes ni villanos”. Cualquiera de los dos extremos son críticos. Los héroes tienen superpoderes y no tienen miedo y los trabajadores de la salud son mujeres y hombres de carne y hueso que piensan, aman y sufren y tienen miedo como cualquier otra persona. Esto es lo que los hace humanos y reivindicados como trabajadores, porque a pesar del miedo están en el frente. La penalización, como sucedió en Córdoba y San Juan es lamentable. Que responsables judiciales y políticos quieran sacarse la responsabilidad de encima y trasladarla a los profesionales de la salud como si estos fuesen los culpables de la propagación, me parece repudiable. Por otro lado veo muy bien que haya existido una movilización para dejar en claro que nadie va a aceptar esto. Yo quiero volver a una normalidad donde los trabajadores sean considerados como tales, donde la salud pública sea una política de Estado esté quien esté y donde haya dignificación de la salud.
Femecon Informa: ¿Cómo cree que se resuelve esta situación?
I. Maglio:
Por constitución genética y antropológica soy optimista en general. En este caso va a ser imposible que haya una condena contra los profesionales. Sería un escándalo y una tragedia que puede tener consecuencias. Qué trabajador de la salud va a querer aceptar una responsabilidad cuando tiene sobre sus espaldas la posibilidad de una persecución penal. Aquí las autoridades locales deberían reflexionar rápidamente y no sólo ir hacia atrás con las medidas, sino instaurar un mecanismo de reparación por todo el daño causado. Recordemos que, a una médica infectóloga, en un procedimiento absolutamente inconstitucional y como en las épocas más oscuras de nuestro país, durante la noche policías la llevaron detenida delante de sus hijos. Gracias a la acción inmediata de los trabajadores de la salud que salieron a reclamar, fue puesta en libertad a la madrugada. La respuesta colectiva fue la que pudo poner límite a todo este delirio.
 
 
Por María José Ralli