La pandemia y estos largos doscientos días de cuarentena de mayor o menor restricción han sacado a la luz dos serios problemas que padece nuestra sociedad.
Una de ellas es el reconocimiento de amplios sectores de población que viven desde hace muchos años en condiciones marginales en los ahora llamados barrios populares, que han proliferado en los cinturones aledaños a los grandes centros urbanos en forma exponencial en las últimas décadas.
Otra situación que ha quedado visibilizada es la falta de preparación de los sistemas sanitarios para hacer frente a esta crisis, también causada por la falta de inversión en salud de todos los gobiernos de turno.
La aplicación de una cuarentena estricta en marzo chocó inmediatamente con la falta de preparación de la población, especialmente de esos barrios populares, a las medidas de aislamiento y distanciamiento social y de higiene personal, prácticamente imposibles de cumplir, lo que hizo que la expansión comunitaria del virus sea incontenible.
En él área de salud comenzó una carrera contra reloj para preparar los hospitales y centros de salud para recibir a los pacientes, aparentemente con buenos resultados salvo en algunas provincias.
Pero donde se nota la falta de inversión en salud es en el recurso humano para la atención de esta crisis. A pesar de todos los esfuerzos de los planteles de salud, diezmados por los contagios y por las muertes, agotados al límite de sus fuerzas y sin descanso, es notable la falta del recurso humano que hace años venimos señalando que necesita una solución.
En la post pandemia, que esperemos que suceda lo antes posible, además de prevenir y tratar todas las secuelas de enfermedades físicas y psicológicas que sobrevendrán sin duda, deberemos enfocar nuestros esfuerzos para que las condiciones de vida de la población sean más dignas y que los sistemas de salud estén mejor preparados ante eventuales crisis.
Además, tendremos que volver a una concepción de normalidad que fue radicalmente alterada y que todo el espectro de emociones negativas como temor al futuro, desesperanza y angustia que vemos ahora, sean desplazadas rápidamente por las emociones positivas de tranquilidad y optimismo.
No será una tarea fácil, pero deberemos asumirla con dedicación y valentía. |