La llamada segunda ola de la pandemia del coronavirus ya está entre nosotros. Los aumentos de casos diarios, más positividad en los testeos, un incremento en la ocupación de camas en terapia intensiva y la situación regional en los países vecinos, algunos ya colapsados, así lo demuestran. Otro indicador preocupante es la presencia de las cepas de Manaos y del Reino Unido en nuestro país, pues ambas variantes se expanden con mayor rapidez y tienen una mayor carga viral, aunque todavía se desconoce su índice de mortalidad. Todo esto nos lleva a sostener que deben continuar las medidas ya clásicas de prevención por todos conocidas desde hace un año. Pero el indicador que más preocupa a las autoridades es el notorio retraso en los planes de vacunación que están lejos de la promesa del gobierno de vacunar a diez millones de personas entre enero y febrero. Los problemas de producción de vacunas son a nivel mundial, lo que hace que a nuestro país lleguen en forma insuficiente, provocando serias deficiencias en el sistema de vacunación, además de graves fallas organizativas y de control de aplicaciones.
Ya no hay consenso en la ciudadanía para que las autoridades tomen medidas de cuarentena más estricta como el año pasado pues el cansancio y el malhumor social de la población y la economía devastada no lo permiten. La solución debe ser tomar todas las medidas necesarias para obtener las vacunas de cualquier procedencia y bajo las condiciones que sean para cubrir preventivamente a toda la población y en la forma más rápida posible. Todo el pueblo argentino acompañaría esta decisión. |