Estamos en plena segunda ola de la pandemia por coronavirus, aumentan los contagios y es crítica la ocupación de camas de terapia intensiva en los sectores de la salud pública y privada en la zona del AMBA, que se toma como única unidad sanitaria.
Las autoridades sanitarias extendieron las restricciones hasta el 21 de mayo para tratar de contener la velocidad de contagio del virus que se torna incontrolable, especialmente en edades más jóvenes. Lamentablemente no se pudo cumplir con el calendario vacunatorio que se había prometido para enero y febrero de este año por distintos motivos, lo que hubiera sido una ayuda muy importante en estas circunstancias.
El sistema de salud es un engranaje muy delicado en que todos dependen del buen funcionamiento de los otros. Por eso, tan alarmante como la falta de camas es el estado de agotamiento y fatiga de los equipos de atención médica en las áreas de terapia intensiva y emergencias, que luego de trece meses de continua labor están al límite de sus fuerzas.
No olvidemos que los integrantes de estos equipos debido a sus magros sueldos, deben cumplir guardias de veinticuatro horas varias veces por semana en distintos lugares para mejorar sus entradas económicas, sometidos a una tarea estresante con pacientes muy graves que están solos, conteniendo a los familiares, conviviendo con la muerte, lo que los agota física y mentalmente.
Debemos tomar conciencia que los equipos de salud están dejando el cuerpo y el alma y en muchos casos su vida en esta pandemia. Los reconocimientos y aplausos no son suficientes. Agotamiento, bajos salarios, estrés físico y psíquico es el común denominador en el sistema público y privado de salud. Por ello, y aunque también la sociedad está cansada de las restricciones, debe tomar conciencia de la gravedad de la situación y extremar todos los cuidados que se le soliciten y ayudar así a los equipos de salud. Sólo de esta manera, con el esfuerzo y compromiso de todos, podremos vencer en esta lucha. |